Soy ese lápiz,
gastado y roto.
Lápiz que escribió
infinidades de palabras
y que trazó inconmensurables líneas
en papeles castigados
en papeles avejentados
con olor añejo.
Soy ese lápiz
que construyó castillos,
que gobernó países,
que plantó margaritas
y te besó, apaciblemente,
cuando la noche clamaba
morir.