martes, 23 de junio de 2009



Había una vez una muchacha, que vivía observando el cielo mientras caminaba. Sí, no hacía más que levantarse y, con su cabeza perpendicular al celeste, admirar las hojas de los árboles, las nubes, los pájaros y todo lo que pudiese allí encontrar. Era algo que practicaba día tras día, sin cansarse ni agobiarse. Era el único algo que la hacía feliz, porque le hacía recordar lo hermoso que la vida sonreía.

Una tarde de otoño, como todas las tardes, la muchacha admiraba los tonos que las nubes habían tomado aquél día. Rosa, violeta, naranja y rubí. Una hermosa combinación de atardeceres. De repente, mientras se entretenía imaginando historias sobre aquellas nubes, tropezó con una persona. Claro, ese es el riesgo de mirar siempre hacia arriba, pero, sin embargo, era la primerísima vez que le sucedía aquél acontecimiento. Algo atontada, la joven acomodó su bufanda y boina y alzó la vista para disculparse con quien accidentalmente se había topado.
(Seguirá otra vez...)

1 comentario:

  1. buuuuuuuuuu no dejes la intrig chee jeje ta copado avisame cuando lo termines paso por aca por que me decis que soy malo con vos buenno paso para no ser tan malop

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